Día 2: Villalcázar de Sirga – Sahagún (León)
44 kilómetros
Calor
Pueblos: Carrión de los Condes, Calzadilla de la Cueza, Terradillos de los Templarios
Hay pueblos agrietados en medio de campos de labranza que parecen roturados con las manos de un dios inexistente. Así es Carrión de los Condes, un próspero lugar en tiempos del Cid pero que hoy lucha encarnizadamente por cortar la hemorragia demográfica que asola a la España rural.
Carrión de los Condes fue un lugar épico en época antigua. Tenía 12 iglesias, 12 hospitales y hasta una sinagoga que hoy languidece en lo alto de un pequeño collado. A partir de aquí comienza la nada. La pelea de subsitencia en la Castilla árida, roja y campesina que grita al cielo por una gota de agua.
Una japonesa se rinde. Va vestida como una momia y lleva guantes. No puede más y suspira por un poco de agua. Recuerdo la foto del surafricano Kevin Carter en Darfur, en 1993, y que tanta polémica provocó. ¿Le ayudo con mis tres dedos de agua a 40 grados o le digo sayonara, peregrina? Carter cubría un drama, yo pedaleo en medio de él.
Me cuenta lo que para ella es ser catalana. «Es identificarte con una cultura, con un idioma que lo hablo desde que nací, con nuestra literatura. Como un francés con Francia o un inglés con Inglaterra. Somos una nación pero no un Estado. Por eso me dan envidia los andorranos. A ellos no les digas que son España o Francia». Queda claro que le resulta incómodo ser española. Como a muchos en su tierra o en Euskadi. Es una realidad, ni peor ni mejor que otra. Es una forma de no ser, o de ser de un país inexistente. Optar, casi, por ser un apátrida. Es, como quería el saxofonista blanco Stan Getz, ser un saxofonista negro.
Suave mujer que regala explicaciones para ella trascendentes sin dejar de reír. Sin dobles sentidos, con la ironía justa («el Mundial lo ha ganado el Real Madrid, ja»), con un niño de tres años esperándole a la llegada. Hoy dormirá en el camping y le cantará una nana catalana bajo la tenue luz de una luna mora.
Mucho ánimo por tierras castellanas, aqui en Madrid el asfalto se está fundiendo. Cuando hicimos nosotros el Camino recuerdo ese tramo el más árido con unas llanuras inmensas que no alcanzaban la vista y un sol de justicia que te machacaba el alma. No aflojes, en nada estarás en Galicia. Mucho agua, frutos secos y chocolate!!
Sigue escribiendo. Cuidate.
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Joer, elemento, menudo paseo, ¿no? Tremendo lo del de Tudela… En fin, tremendo el abanico de personajes, en general. Menuda experiencia… Oye, como estoy animado, en plan «ya sabes tú cómo», me vas a permitir una preguntilla de nada, no te la tomes a mal, aunque ya sé que tras el esfuerzo y la solanera, pocas ganas de vacile, jaja… Bueno, voy: ¿un paisaje arado por manos de un dios que no existe es lo mismo que un paisaje intacto? 😉
PD. Ya lo sabrás, pero Contador, maillot amarillo…
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