Desaparecidos

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Un equipo de Antropología Forense de Argentina ha hallado una fosa común en el Arsenal Miguel de Azcuénaga de la provincia de Tucumán, al norte del país, con los restos de 15 personas asesinadas durante la dictadura militar. El cuadro es estremecedor: cuerpos completos en diferentes posiciones junto a proyectiles, algunos de ellos atados en las extremidades superiores enrollados en neumáticos y rastros de combustión. Es decir, los inocentes ejecutados por viles verdugos con rostro y apellidos fueron quemados vivos antes de recibir un tiro de gracia. Y así siguen. Seguimos, quería decir. Desenterrando la ominosa herencia de la Escuela de las Américas y dictaduras aterradoras con pinceles y buriles para reescribir la oscura historia del hombre y descansar.

En Argentina, en Chile, en Colombia, en Camboya, en Guatemala, en Bosnia, en muchos países de África y, por supuesto, también en España. Aunque aquí sigue habiendo reticencias, ocultaciones, miradas hacia otro lado. Es lo que ocurre cuando se levantan los cuarteles y algunos se niegan a pagar por lo que hicieron. Es la cuenta pendiente de nuestra «ejemplar» Transición.

Desde aquí quiero felicitar a todas las organizaciones que trabajan para recuperar la Memoria Histórica, y en especial a la Sociedad Aranzadi, un grupo de antropólogos que tratan de evitar que todo aquello caiga en el más repugnante olvido. Porque es de sobra  conocido que todavía hoy miles de personas siguen intentando rescatar el honor y la dignidad de hombres y mujeres que el franquismo asesinó.

No sé si al final habrá justicia para ellos pero al menos esperan escuchar la verdad: La que les dirá que sus antepasados desaparecieron por defender la libertad. Merece la pena no perder la atención sobre una causa tan justa porque desenmascarar el ojo tuerto de la mentira está resultando ignominioso para los herederos triunfantes de aquella contienda civil. O contribuyes a su causa con el silencio y la indiferencia o al paredón burocrático y judicial. El vía crucis de la memoria española aun no ha terminado.

Borja Lázaro, desaparecido (actualizado)

Borja Lázaro tiene 34 años y es reportero freelance. El pasado 8 de enero desapareció en Cabo de la Vela, un pequeño pueblo enclavado en el departamento colombiano de La Guajira, en el noreste del país y fronterizo con Venezuela a donde se había desplazado para realizar un trabajo fotográfico con las comunidades indígenas locales. En el hostal donde pernoctaba encontraron todas sus pertenencias: ropa, las cámaras, mochila, pasaporte e, incluso, las chancletas que utilizaba bajo la hamaca. Una desaparición sin huellas que rastrear. Como si se hubiera volatilizado de este mundo. 
Desde entonces, más de 350 uniformados le buscan por mar, cielo y tierra. Hace unos días se unieron  el Ejército y la Armada colombiana. La investigación baraja tres hipótesis: que se haya ahogado en el océano, que se encuentre perdido en el desierto o que haya sido secuestrado. 
Las dos primeras opciones pierden fuerza: Si se ahogó, el cuerpo aparece días después en un mar calmo. Lo de darse un paseo por el desierto con las manos vacías es un viaje a la perdición para una persona experimentada como es Borja. Queda el tercer dilema y aquí es donde todo se vuelve verosímil.

La Guajira es una zona tremenda donde rige la ley de las mafias. Los periodistas son testigos repudiados para una ley del silencio. El ex gobernador del departamento, Francisco «Kiko» Gomez fue detenido en octubre del 2013 acusado de participar en los asesinatos del concejal Luis López Peralta en 1997; y de Luis Alejandro Rodríguez y Rosa Mercedes Cabrera en 2000. También está acusado de tener nexos con los paramilitares de las AUC que lideraron Jorge 40 y Salvatore Mancuso. 
El día de su arresto, la policía de La Guajira opuso resistencia a su captura ordenada por la fiscalía y, según algunas informaciones de toda confianza, hoy sigue ordenando asesinatos desde su celda en la cárcel La Picota de Bogotá. El jefe departamental de policía, responsable de que sus hombres repelieran a los enviados judiciales enviados desde Bogotá, fue trasladado a un cargo de igual jerarquía en otro departamento. Sin sanciones. 
Ademas, uno de los que se ha postulado para gobernar de La Guajira tras las elecciones que se celebran en marzo es primo hermano de Kiko Gómez. Todos dan por seguro que existe una alianza entre ambos ya que en La Guajira funcionan los clanes familiares derivadas de la tradición wayúu.

El exgobernador mantiene su alianza con un narco, Marquitos Figueroa, el amo y señor de los grandes contrabandistas de la gasolina procedente de Venezuela. Varios periodistas, al menos cuatro, que investigaron y denunciaron esta situación se han visto obligados a exiliarse o huir de la región para salvar su vida. 
¿Dónde está Borja Lázaro en estos momentos?

Hace tres días, una buena periodista colombiana me comentó que los Wayúu de la serranía de Macuira, en La Guajira colombiana, informaron que un grupo ilegal tiene a una persona retenida en esa zona. No conocen su identidad pero sí que lo trasladan de sitio por las noches.

Seguimos buscándole y no cesaremos hasta saber su paradero y conocer la verdad. Este es su trabajo fotográfico. Hermoso.